miércoles, 24 de enero de 2018

Morgana y lo que las víctimas tienen que hacer

He pasado una noche bastante fea. Como a las 12 o así he escuchado a un vecino chillar en la calle y dar golpes al mobiliario urbano. Por el contenido de los berridos, su mujer no le abría la puerta por estar borracho como un lémur. Además de estar segura de no ser la única vecina despierta (era imposible no oírle), había un bar abierto cuya clientela observaba curiosa y el sujeto increpaba a cuanto viandante se cruzaba en su camino. Estoy segura de q fui la única en llamar a la policía.
Os voy a decir una cosa: pasé miedo. Sentí inquietud y ansiedad al pensar q en algún momento ese hombre sospechara siquiera q había sido yo y fuera a rallarme el coche, hacer daño a mi perra o, simplemente, increparme al cruzarnos un día en el ascensor. Y pensé: hablamos muy a la ligera de lo q las víctimas de violencia de género deben hacer, pero si yo pasé la noche preocupadísima por esta mierda, yo q soy una profesional cualificada y además no tengo q verle si no quiero... Imaginad el trago de su pareja y sus 3 hijos pensando en el momento de abrirle la puerta y verle la cara un día más.

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